Es la glándula que fabrica el líquido seminal que a su vez vehicula a los espermatozoides fabricados en el testículo, formando el semen.
Como cualquiera otra glándula puede ser asiento de enfermedades distintas lo que supone una sintomatología diversa y una importancia igualmente diversa. Entre la gente jóven son más frecuentes los procesos inflamatorios (prostatitis) y en la gente mayor las hiperplasias (aumento de tamaño), que a su vez pueden ser benignas (HBP) o malignas (cáncer de próstata).
La palabra cáncer viene de cangrejo, que puede “extender sus patas” incluso a distancia del tumor inicial y sólo es curable en el caso de la próstata, si no se ha extendido, lo que llamamos “órgano -confinado” o ““confinado al órgano “, ya que hasta ese momento es curable. Si se detecta ya extendido no es curable, pero si tratable para conseguir mayor supervivencia y calidad de vida.
El diagnóstico pues debe ser precoz, sin que ello suponga extremar su búsqueda en todos los casos. En nuestro medio una edad razonable para iniciar su búsqueda son los 50 años, pero como existe un componente hereditario, en los paciente con antecedentes familiares directos con cáncer de próstata a los 45 años.
La prueba definitiva de la existencia de Cáncer es una biopsia positiva y la biopsia puede ser negativa y haber cáncer ya que lo que se analiza es lo que se extrae y puede no haberse obtenido la muestra de lugar adecuado.
Por otro lado la biopsia es una técnica invasiva, aunque de escaso riesgo y para evitar biopsias negativas hay que seleccionar a los pacientes a los que se realiza. El marcador PSA se va a elevar en general, cuando hay cáncer y el marcador genético de PCA3 en orina, nos orienta hacia los paciente con riesgo y con ello la probabildad de que tenga tumor.
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